Ciberacoso, bullying, acoso digital…palabras con las que cada vez estamos desgraciadamente más familiarizados pero ¿somos conscientes de toda la problemática que entraña?

La alarma social creada a partir de casos de ciberacoso que han trascendido a la opinión pública debido a las graves consecuencias que han tenido (ej. suicidio) ha hecho que la sociedad en general tenga una percepción diferente sobre este problema.

Las Administraciones han tomado nota y han desarrollado una serie de medidas para su prevención, detección y resolución de conflictos. Pero, como en todo lo que concierne a la educación y concienciación, hay un trabajo que deben desarrollar los padres o tutores, porque en ellos ( en nosotros) está la responsabilidad de educar a los menores en el buen uso de las tecnologías y, en general, educar en el respeto y la tolerancia hacia los otros.

Programas de ayuda como https://www.acabemosconelbullying.com/ intentan orientar tanto a padres como a adolescentes sobre cómo afrontar este tipo de situaciones y ayudar a prevenirlas.

¿Qué es ciberacoso?

Centrando el tema, para aquellos que no estén familiarizados con el concepto, el ciberbullying o ciberacoso es el acoso entre iguales en el entorno TIC, es decir, es el acoso que se produce entre menores de la misma edad utilizando las nuevas tecnologías (a través de smartphone normalmente), acciones que pueden consistir en vejaciones, insultos o chantajes.

Como puede deducirse, la inmediatez que conlleva el uso de estas tecnologías y el hecho de que se produzca no solo en el entorno escolar sino en cualquier lugar y en cualquier momento (no hay desconexión), añade un handicap extra a la situación puesto que la víctima no puede refugiarse en un entorno seguro al salir del centro educativo.

Agresor y víctima ¿Cuál es el perfil de cada uno?

Se trata de menores normalmente de la misma edad. Respecto del agresor, suelen ser mayor el porcentaje de varones que de mujeres y la edad media se sitúa en torno a los 13/14 años. Normalmente son compañeros de clase de la víctima, antiguos amigos y la tendencia es que cada vez más se organicen en grupos de 2 a 5 agresores.

En cuanto a la víctima, los datos apuntan a que suelen ser mujeres, de entre 13/14 años de edad, de nacionalidad española y pertenecientes a familias con una media de varios hijos.

Pero ¿Cómo se manifiesta?

La conducta más característica constitutiva de ciberacoso suelen ser los insultos o agresiones verbales, seguido de las amenazas.

Asimismo constituyen ciberacoso la no inclusión en redes sociales (no te acepto como amistad), la publicación de videos o fotografías comprometidos, la suplantación de identidad, la difusión de rumores o la difusión de información personal.

ciberbullying

El medio más utilizado para acometer este tipo de acciones suele ser el envío de mensajes whatsapps, puesto que el teléfono móvil es el dispositivo de mayor uso por menores a partir de los 12 años.

¿Qué mueve a un menor a cometer acoso digital?

No hay diferencia en cuanto al acoso escolar en sí. El ciberagresor tiene las mismas motivaciones que un menor que acosa a otro sin utilizar medios tecnológicos. Actúa movido por la diversión y la agresividad.

Muchas veces subyacen problemas sentimentales, diferencias por raza o cultura entre otros motivos, debajo de este tipo de agresiones. Sin embargo, las consecuencias que provoca pueden resultar irremediables, unas veces por desconocimiento del agresor que no es consciente de la viralidad de lo que publica y otras veces precisamente conociendo la repercusión de lo que hace y aceptando ese resultado.

Dada la inmediatez de la Red, cualquier información compartida puede hacerse viral en cuestión de segundos y la trascendencia que puede tener la publicación de contenido falso, íntimo o personal de la víctima hace necesario estar muy vigilantes tanto en el entorno familiar como educacional. Pensemos en lo que cuesta eliminar información de Internet, información que la mayor parte de las veces estigmatiza a la víctima.

¿Cómo podemos detectarlo?

Cuando un menor sufre acoso digital puede presentar diferentes síntomas como cambios en el humor, cambios en los hábitos diarios, cambios físicos, bajada del rendimiento escolar, pérdida de amistades en el entorno escolar, entre otros.

Es importante entender que la mayor parte de las veces no lo manifiestan verbalmente porque tienen la percepción de que el adulto no va a entender la situación y en consecuencia no va a poder solucionar el problema.

Por eso es fundamental, que los padres/educadores estén vigilantes ante cualquier cambio que puedan observar en el menor. Pensemos que la mayor parte de las víctimas habla sobre el tema transcurridos varios meses desde que comenzaron las agresiones, con los perjuicios emocionales que ello conlleva. Es lo que se conoce como la «Ley del silencio», que afecta no solo a la víctima sino también a los compañeros testigos de las agresiones, que en muchas ocasiones callan por miedo a represalias.

¿Cómo prevenir el ciberacoso y cómo actuar ante los casos que puedan surgir?

Tenemos que tener claro que el mayor arma para la prevención radica en la educación en el respeto y la tolerancia. Es fundamental que desde el ámbito familiar, como base, y desde el ámbito escolar, se trabaje con los menores en respetar a los demás y tolerar lo diferente a uno mismo.

Si existen indicios de ciberacoso es importante poner en marcha el protocolo de intervención que existe en los centros educativos de todas las Comunidades Autónomas. Un ejemplo, para la Región de Murcia se puede consultar aquí. Se recaba toda la información que sea necesaria para esclarecer los hechos mediante entrevistas con la víctima, obtención de evidencias electrónicas, estudio de antecedentes del presunto agresor y cualquier otra actuación que pueda resultar necesaria.

Es fundamental, ante un caso de ciberacoso, proteger a la víctima y hacer que cese la agresión. Es vital que el agresor entienda las consecuencias negativas de su conducta y promover la reparación del daño causado y la reconciliación. Solo promoviendo la sensibilización de la comunidad educativa se podrá lograr la erradicación de este tipo de agresiones.

No hay que esperar a que se produzcan para tomar medidas, en muchos casos puede actuarse tarde tanto con la víctima como con el agresor. Pensemos en que el menor agresor puede verse abocado a un proceso penal por su conducta.

LA CLAVE: la prevención mediante la educación en el respeto y la tolerancia. Es tarea de todos, y lo más importante, el ejemplo es fundamental. Os animo a poner dedicarles tiempo de calidad a nuestros menores, por ellos mismos y por nosotros mismos.

Laura Giménez Bejar, abogado especialista en protección de datos y seguridad de la información. Formador en privacidad. www.legalyred.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *